Cuando llega; hace remecer tu interior, complementa cada parte de tu ser, a veces muy pronto, y otras veces muy tarde. Algunos nacen premiados, pues aquel que aparece en su vida, brinda amor verdadero, no un simple romance de dos noche, no una relación tóxica que mata. Ellos llegan a conocer a esa persona capaz de dar color a su vida, de reconstruir pedazos antes perdidos.
Pero no todos nacimos con suerte, o por el último de los casos, no con un destino sencillo. A veces el dolor se presenta disfrazado, con palabras cálidas, como un fuego encendido, capaz de cegar al más cuerdo y camelar al dubitativo.
Neil Hilbor, poeta estadounidense escribió en 2011 un poema difícil de olvidar una vez oído. Lo singular de este poeta es el hecho de que en sus narraciones se distinga una enfermedad que padece desde siempre: El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC)
Este tipo de trastorno de ansiedad se manifiesta con pensamientos repetidos y angustiantes denominados obsesiones.
Es posible que una persona haga lo mismo una y otra vez para intentar que los pensamientos desaparezcan. Las acciones repetidas se llaman compulsiones.
Desde mi punto de vista, aquel desgarrador poema muestra un grado de desesperación que puede producirte un nudo en la garganta, pues es imposible dejar pasar desapercibidas, aquellas inestables palabras.
A continuación OCD (TOC) por Neil Hilbor.
“La primera vez que la vi…
Todo en mi cabeza se silenció
Todos los ticks, las imágenes constantes desaparecieron.
Cuando tienes trastorno obsesivo compulsivo en realidad no tienes momentos callados.
Inclusive en la cama estoy pensando:
¿Cerré las puertas? Sí
¿Me lavé las manos? Sí
¿Cerré las puertas? Sí
¿Me lavé las manos? Sí
Pero cuando la vi, la única cosa en la que pude pensar fue en la curva de la horquilla de sus labios...
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